Boston, Chicago, Londres, Berlín y Nueva York forman el club de las cinco grandes maratones, pero es la 'Gran Manzana' la sede de la carrera más famosa del mundo, piedra angular del nacimiento y popularización del 'running' entre ciudadanos anónimos de todo el mundo.
Las hay más rápidas, más lujosas y mucho más antiguas. Pero la de Nueva York es 'La Carrera'. La más grande y popular maratón del mundo, la exaltación del esfuerzo anónimo y la prueba que impulsó la masificación de las carreras urbanas. Con participantes venidos de cualquier rincón del mundo, no hay otra prueba con un ADN más global.
El Premio Príncipe de Asturias de los Deportes distingue la "ejemplaridad de personas o entidades que hayan contribuido al perfeccionamiento, promoción y difusión del deporte", una descripción de algunos de los méritos de la monumental cita que organiza anualmente el New York Road Runners (NYRR), convertida desde hace décadas en el particular Camino de Santiago de decenas de miles de corredores populares de todas las edades.
El pasado año, la maratón de Nueva York reunió a 50.304 atletas, afortunados elegidos, ya que son muchos más los que rellenan su formulario esperando tener suerte en un complejo sistema que criba a muchos aspirantes en función de su marca y su veteranía en la carrera, entre otros criterios.
Un gigante que hoy genera beneficios anuales de más de 30 millones de dólares para su organización, sin contar el impacto turístico en la ciudad, que transformó el atletismo y lo puso al alcance de todos, aunque arrancase en 1970 como una cita casi marginal. Aquel año tomaron la salida 127 atletas y llegaron a meta sólo 55 tras completar un modesto circuito que rodeaba Central Park.
La revolución, el impulso definitivo, llegó en 1976, cuando la carrera comenzó a visitar los cinco suburbios de la ciudad y a explotar el recorrido por la ciudad, popularizando las imágenes de la riada humana ocupando los puentes de la ciudad.
Superada la complicada criba de la preinscripción, que sólo admite preferencias por los socios del NYRR o por aquellos que hayan acabado 15 veces la carrera, se alcanza el Santo Grial de los 'runners': por 425 dólares, el precio de la inscripción, y unos 1.500 o 1.700 más, entre viaje y estancia, según el punto de origen del atleta, Nueva York abre sus puertas.
Sólo el Huracán Sandy, hace dos años, venció al poder de la Maratón de Nueva York y obligó a su cancelación. Pero la carrera sigue adelante, y con un premio que ya conoce el alcalde de la ciudad, Bill de Blasio, felicitado ayer por los Príncipes de Asturias con un telegrama que recuerda "el entusiasmo colectivo, la solidaridad y el espíritu deportivo de corredores aficionados y profesionales" de la maratón más global.
Joan Justribó