La revelación de su homosexualidad por parte
del ex futbolista alemán Thomas Hitzlsperger, el miércoles, subraya lo
complicado que resulta hasta ahora que un jugador gay hable públicamente de su
orientación sexual antes de su retirada, en un ámbito marcado por un culto a la
virilidad que roza en ocasiones la homofobia.
"No puedo imaginarme jugar al
fútbol y haber hecho esto al mismo tiempo", admitió el propio Hitzlsperger
el jueves en una entrevista con la BBC.
Incluso en un país como Alemania, donde
las autoridades públicas han tomado posición públicamente para apoyar a los
deportistas homosexuales y donde los hinchas tienen reputación de respetuosos,
la presencia de un futbolista gay en el vestuario de un club profesional parece
difícil de concebir, al menos de forma abierta y normalizada.
"La presión es tan grande que
salir del armario es imposible", estima Jacques Lize, portavoz de Paris
Foot Gay, una asociación francesa que trabaja contra la homofobia en este
deporte. "La presión de los aficionados, de los clubes, de la prensa, de
los agentes. La homofobia es casi una tradición en esto, más que en otro
deporte", añade.
En 2010, Yoann Lemaire, un futbolista
'amateur' fue privado de licencia por su club en Francia debido a su
homosexualidad. En aquel momento, Bartholomé Girard, presidente de la
asociación SOS Homofobia, declaró a la AFP que en la sociedad existía la
percepción de que es "más grave ser racista que homófobo" y que en el
fútbol se utilizan en la grada expresiones homófobas de forma generalizada, sin
que ello provoque la condena que sí generan en los últimos años los cánticos o
expresiones racistas.
Un entorno poco seguro
Las mentalidades, en tres años, parece
que han evolucionado poco. "Es un tema que no se toma en serio", dice
Anthony Mette, un sociólogo especialista en la discriminación en el deporte.
"El entorno no invita a sentirse
seguro y no hay una posición clara de los clubes, los patrocinadores, los
agentes y los hinchas", afirma, considerando que su país, Francia, tiene
por ejemplo, retraso en comparación a otros de su entorno en Europa, como
Alemania, Reino Unido, Holanda o Bélgica.
En Alemania, la revelación de
Hitzlsperger, 52 veces internacional con la 'Mannschaft', el gesto ha sido muy
bien recibido. "Aunque haya sido después del final de su carrera, es un
gran paso valiente en la lucha contra la homofobia", celebró Reinhard
Rauball, presidente de la Bundesliga. "Pero en este deporte, las
reacciones en caso de revelación por un jugador todavía en activo son difíciles
de estimar", apunta.
Gunter Pilz, sociólogo que ha estudiado
los hinchas deportivos en su Universidad de Hanóver, va todavía más lejos, ya
que considera que el riesgo es lo suficientemente importante como para
justificar "de forma consciente que no se recomiende a un jugador en
activo revelar su homosexualidad". "Al final, el jugador tiene que
hacer frente a consecuencias. Es una decisión personal, que cada uno debe
tomar. Nadie sabe cuál sería la reacción de un estadio contra un jugador que se
declara gay. Puede pasar cualquier cosa. Mucha gente dice que es abierta, pero
se siente impactada cuando ve a dos hombres besándose", valoró.
El fútbol, por ahora, no puede contar
con una figura en activo equivalente al galés Gareth Thomas, el único jugador
importante en activo que se ha atrevido a dar el paso.
En Estados Unidos, el ejemplo sería el
jugador de baloncesto Jason Collins, primer deportista en activo en un deporte
de equipo importante que ha hablado públicamente de su homosexualidad.
AFP