El año decisivo de Vettel

Este es el año de la verdad para Sebastian Vettel. Son muchas las voces, de pilotos incluso, que dicen que Vettel ha ganado cuatro títulos consecutivos gracias al coche y que para ser un grande debe conquistar un título con otro coche o cuando menos ser capaz de batirse por el podio con un Red Bull inferior a los coches rivales.

Es esta precisamente la situación de este año, en el que el Red Bull, por errores propios o problemas del motor Renault –seguramente por ambos factores– dista mucho de ser competitivo.

Vettel lo sabe. "Si la mitad de la parrilla abandona en Melborne, quizás pudiéramos sumar algún punto", augura pesimista.
En Red Bull la actividad es frenética, intentando enmendar los errores –o al menos parte de ellos– a tiempo para el Gran Premio de Australia.

"La gente está trabajando 18 horas diarias", admitió Christian Horner, el 'team pricipal' del equipo. Y mientras los ingenieros buscan atajos para encontrar soluciones, el equipo se ha dirigido a Toro Rosso para que le ayude en la puesta a punto de los frenos traseros, que ahora deben tener control electrónico para jugar en consonancia con el recuperador de energía, evitando blocar las ruedas posteriores.

Helmut Marko dice que "cuando pisas el acelerador la potencia llega de forma tan brusca que las ruedas patinan y pierdes velocidad. Trabajamos día y noche, codo a codo con Renault".

"No nos hemos vuelto estúpidos de la noche a la mañana. Tenemos un gran grupo de técnicos que lo están dando todo, pero el trabajo es sobrehumano. No nos importa lo que digan, aunque debemos reconocer que por el momento no tenemos ni fiabilidad ni velocidad", admitió Horner, quien espera al GP de Australia para saber dónde están.


Raymond Blancafort

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