Superado ya cualquier debate doméstico (y el deporte español es
grueso en talento), la figura de Rafa Nadal se encamina hacia otras estaciones.
En su sector, estabulado detrás de Federer y Sampras en número de títulos de
Grand Slam, el tenista de Manacor ha echado instancia para que se le pueda
describir como aspirante a mejor tenista de la historia, un título para el que
jamás habrá unanimidad.
Pero fuera de él, en el deporte global, Nadal también ha
encontrado con sus ocho Roland Garros un hueco en las grandes gestas del
deporte, similar a las de las ocho medallas de oro de Michael Phelps en los
Juegos Olímpicos de Pekín, los siete títulos de Fórmula 1 de Michael
Schumacher, las seis chaquetas verdes de Jack Nicklaus o los 11 anillos de Bill
Russell en la NBA, todos exploradores de unos caminos que no habían sido
escrutados.
“Adoro sus partidos”, suele decir Phelps cuando se le
pregunta por Nadal, del que se declara entusiasta hasta el extremo de abordarle
en el comedor olímpico de Pekín para fotografiarse con él.
Marca.com