
El potencial triple ganador de Amare Stoudemire puede haber llegado un segundo demasiado tarde, pero el mensaje fue alto y claro: Estamos aquí. Los Boston Celtics dejaron el Madison Square Garden con ese mensaje.
La palabra "rival" implica un cierto grado de igualdad, la sensación de que existe una contraparte viable. Sin embargo, hay un tipo de rivalidad que no deriva precisamente de la igualdad, sino más bien de las circunstancias. Los Celtics y los New York Knicks comparten la misma división desde 1970, y, desde entonces, Boston ha ganado 19 títulos divisionales contra cuatro de New York. Boston ha sido el matón de la división desde su creación. Un hermano mayor implacable.
Durante los últimos cuatro años, los Knicks no han podido acercarse siquiera a los Celtics, terminando por debajo de .500 cada campaña después del 2007-2008. Esta temporada es diferente. El miércoles fue un buen ejemplo de lo diferentes que serán los New York Knicks esta campaña y lo que eso significa para los Boston Celtics.
Los Celtics en seguida apuntaron a hacer valer su experiencia veterana, con Paul Pierce robándose el saque inicial para marcar una bandeja rápida. Fue un mensaje. Los Knicks vieron lo que les esperaba y respondieron con energía y resistencia. Stoudemire marcó el ritmo de los Knicks al principio, anotando los primeros siete puntos de New York.
Para el descanso, los Knicks parecían estar bien encaminados para escaparse con el partido tras apilar una ventaja de siete puntos sobre sus hermanos de la División Atlántico. Stoudemire ya había anotado 23 de sus 39 puntos (la marca más alta del partido), y el base Raymond Felton se encontraba avanzado en vías de registrar 26 puntos y 14 asistencias. El tercer cuarto terminó en un punto muerto con ambos equipos anotando 32 puntos. Los Celtics no se daban por vencidos y los Knicks parecían tener una respuesta para todo lo que les arrojaban los Celtics -- hasta el último cuarto.
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