
Precisamente allí, en la NBA, juega un argentino que elevó a esta magnífica categoría el choque que enfrentó a su selección contra la 'canarinha'. Sucedió en los octavos de final del Mundial de Turquía. Cuando guarden este DVD (porque lo harán) escriban sobre él: 'Argentina 93-89 Brasil: 37 puntos de Scola en el día perfecto'.
Sin margen a la duda
Esa excelencia se puede concretar en el de los Rockets pero no trasladarla al conjunto de todos los jugadores sería menospreciar lo que se vio en el Sinam Erdem. Desde el salto inicial se respiró una atmósfera que daba crédito a todas las expectativas levantadas en la víspera; aquellas que apuntaban a 40 minutos de pasión baloncestística. Y en la creación de ese ambiente tiene cabida todos y cada uno de los hombres que saltaron a la cancha.
Empezando por Scola. Siete puntos suyos en los primeros compases pusieron en alerta a los brasileños. Pero por muy fuerte que sonó la alarma, no se encontró bombero capaz de apagar el fuego provocado por el ala pivot. Sí que hubo quien incendió la pista albiceleste. Responde al nombre de Huertas. 10 puntos en el acto inaugural, los mismos que Barbosa, aunque con un aroma muy diferente, de esencia de seriedad, mientras que su compañero NBA desprendía un olor a inspiración momentánea.
Fueron los dos exteriores canarinhos los que se encargaron de hacer olvidar que Magnano había optado por dar salida a Splitter desde el banco. No apareció en el cinco inicial y lo acusó durante todo el envite. Lejos se quedó de aquel jugador que dominó la ACB. Cuando apareció por la pista, el primer periodo ya tocaba a su fin.
Prigioni: "A Scola le dimos el balón y estuvo enorme"
El empate a 25 que reflejaba el marcador tras diez minutos avanzaba que habría que sudar sangre para alzarse con el triunfo. Delfino (20 puntos) apuntalaba desde el exterior la certera puntería en el perímetro de los argentinos. Prigioni aguantaba en la cancha con dos personales ya que Hernández temía que Huertas pudiera explotar a Quinteros. Al del Baskonia le importó bien poco quien tuviera enfrente. Alcanzó los 18 puntos antes del descanso con una facilidad insultante, la que destila alguien que ha descubierto su techo profesional.
Surgió también Machado con dos triples, especialidad de la casa. Scola salió al rescate y un triple de Leo Gutiérrez puso el 46-40, máxima para Argentina. Huertas, quién si no, devolvió la ventaja a Brasil antes del paso por el vestuario (46-48).
Imposible olvidar este día
Un menos frenético inicio de tercer cuarto provocó que el seguidor pusiera en tela de juicio lo que había presenciado hasta el momento. ¿Se mantendría el nivel de intensidad y acierto? Los protagonistas del encuentro parecieron vacilar. Costó arrancar. Brasil fue el primero en hacerlo. Splitter puso la directa en el único momento de la noche que pudo demostrar su valía, contribuyendo a la escapada de su equipo (46-53). Delfino cortó la proyección con un triple.
Huertas "Mis puntos (32) no significan nada, estamos decepcionados" . Foto: AFP
Mientras Scola continuaba exhibiéndose por cuenta propia, el partido se igualaba antes de los diez últimos minutos (66-66). Si el comienzo del tercer periodo transmitió frialdad, la apertura del episodio final avivó un envite que ya ardía de antemano. Jasen, muy serio durante toda la noche (15 puntos), y Barbosa (20) se enzarzaron en un duelo desde el perímetro, con cuatro triples consecutivos, dos por bando. 72-72 y más de lo mismo.
En este punto, Brasil sufrió el único traspiés de la noche, autorizado para otros días, condenatorio en esta ocasión. Costó buscar a Splitter, tanto que no se le halló, Huertas tomaba aliento y Barbosa tuvo que acudir al banco con cuatro personales como causa. Scola prosiguió su recital haciendo suya la zona. 84-77 y tiempo de Magnano.
El seleccionador brasileño, otrora campeón olímpico con su país natal (justo el tenía enfrente), paró el aluvión albiceleste.Huertas (32 puntos) volvió a asumir el mando y un triple suyo estrechó el marcador (85-84). Fue lo más cerca que estuvo Brasil de alzarse con el triunfo.
El resto de la obra la protagonizó en exclusividad Scola, como aquellos actores cuya presencia en escena hace empequeñecer al resto del reparto. Como un Marlon Brando contemporáneo. Como un maestro entre aprendices. Decidió abandonar la pintura y advirtió que desde 5 metros también es infalible. Dos suspensiones desde esa distancia y un par de tiros libres del '4' albiceleste aseguraron la victoria. Argentina ganó, Brasil igualmente lo mereció, Scola inscribió su nombre en la historia de los Mundiales y el baloncesto lo celebró.